06 abril 2012

La X nunca marca el lugar - Aventuras laborales

En diciembre de 2011 la tienda de fotografía en la que estaba trabajando había entrado en una "mala racha". Yo sabía que tarde o temprano dejaría de trabajar allí, porque al fin y al cabo había entrado para sustituir una baja y bastante suerte tuve de llegar a los diez meses cuando en un principio se planeaba que fueran algunos menos. 

Cuando me dijeron que no podía seguir trabajando con ellos empecé rápidamente a buscar un nuevo trabajo. Pensé que no tenía que ser tan difícil, porque había adquirido bastante experiencia y siempre te vas enterando de sitios y gente a los que puedes acudir y que quizás se interesen por ti. Así que retomé la tarea que dejé hacía algún tiempo:  me hice una lista de estudios y tiendas de fotografía de la zona (y de no tan cerca) y diseñé un currículum creativo. 

Antes de que empezaran las vacaciones de Navidad ya había empezado a repartirlos. Planifiqué mis incursiones laborales por zonas con la intención de perder el mínimo tiempo posible, ahorrar gasolina y llevar cierto orden. 

Llegados a cierto punto empecé a perder las esperanzas. Primero fue el caso de la famosa foto de carnet y después el del fotógrafo a cuyo estudio entré casualmente a preguntar por trabajo, me tuvo como una hora hablando con él, según parecía, muy interesado, que me prometió que me llamaría a final de aquella semana para hacer una prueba y cuya llamada no recibí nunca. Aquello fue lo que acabó conmigo y aun pasados cuatro meses todavía no he llegado a entender por qué hay deshechos humanos que juegan con las personas de esa manera.

De modo que finalmente me replanteé mi estrategia, lo que se tradujo en buscar cualquier trabajo a la desesperada. Si habéis buscado trabajo últimamente sabréis que eso significa malgastar una ridícula cantidad de papel que luego siempre acaba en la basura. Pero resulta que a veces funciona y a finales de enero conseguí puesto en la cocina de un restaurante... a 10 horas.  Menos da una piedra, y no tenía precisamente entre lo que elegir. 

Me costó algo adaptarme, pero al final conseguí pillarle el ritmo aunque los fines de semana no viviera para otra cosa que no fuera trabajar y tuviera turnos mortales. Y cuando me estaba terminando de acostumbrar me llamaron para otro trabajo: uno de 20 horas semanales en una tienda de chucherías. Así que adiós restaurante.

En este trabajo me fue francamente mejor, me adapté fácilmente y tenía buenas compañeras, pero pasadas unas semanas decidieron que había que rebajarme la jornada a 13 horas. Sentí que había dejado un curro regulero para meterme en otro igual de regulero, pero una vez más o lo tomas o lo dejas. Así que me quedé.

Finalmente, hace tres semanas me enteré de una oferta de empleo del SEF en una tienda de fotos a través de mi hermano. Mandé mi curriculum, me llamaron para una entrevista, y como el que no quiere la cosa llevo ya dos semanas de nuevo en la ola de la fotografía.

Puede que todo esto ni os importe y que parezca un rollazo insufrible, pero lo que vengo a decir es que una vez más se demuestra que cuando dejas de buscar algo que quieres te lo acabas encontrando por casualidad.

Quizás te hayas empeñado tanto en buscar la X que no te des cuenta de que la tienes bajo tus pies.


1 comentario:

  1. Andéh! No sabía nada de esto pero me alegro! Si en verdad nunca hay que perder la esperanza, pero es que uno llega un momento en que se cansa...
    Me alegro mucho de que aunque sean mierdecillas al principio, HAYA ALGO! Y que ahora vuelvas a estar dentro de tu mundillo, como debe ser.
    Ánimo con todo!

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